El tiempo es un factor muy importante en el estudio de una lengua y en su «mantenimiento».
En primer lugar está el tiempo de estudio o dedicación a la lengua. Debemos ser conscientes de que el tiempo no tiene sólo una dimensión cuantitativa, sino también cualitativa. Podemos medir el tiempo en minutos y horas, pero también podemos diferenciar entre un tiempo en que dedicamos nuestra plena atención y máxima capacidad, y un tiempo en que la atención está dividida con otras tareas y estamos cansados o agotados, con la atención «embotada». Entre esos extremos puede haber muchos grados.
Pero también hay que tener en cuenta el tiempo transcurrido entre un encuentro con la lengua y el siguiente, entre una sesión de estudio o refresco y la siguiente. Cuanto mayor sea el tiempo transcurrido entre una sesión y la siguiente, mayor será la probabilidad de que una buena parte de lo aprendido o recordado haya pasado al olvido. Por eso, cuanto mayor sea el tiempo transcurrido entre una sesión y la siguiente, más tiempo deberemos dedicar al repaso, para volver a traer a la presencia de nuestra mente lo aprendido anteriormente. Podemos imaginarlo como una pisada en la arena, cuando más tiempo pase, más difícil será reconocerla.
Lo más importante es ser consciente de la necesidad de dedicar tiempo al estudio y mantenimiento de una lengua, sin entrar ahora en planes de trabajo, métodos de estudio, etc. Porque el plan de trabajo tiene que adecuarse a nuestra vida, al igual que el método de estudio de una lengua tiene que adecuarse a nuestra personal forma de aprender.
un tiempo fijo, determinado, a la semana
Para las personas que tienen horarios fijos, rutinas fijas, lo mejor es reservar un tiempo a la semana para el estudio o el mantenimiento. Pueden ser una o varias sesiones, depende también del tipo de estudio o de mantenimiento. Pienso que es recomendable dedicar un poco del tiempo a lo que comúnmente llamamos «estudio», con un cuaderno o alguna aplicación de móvil. El resto del tiempo puede dedicarse a la lectura, o a ver una película o parte de una película, con un papel o dictáfono a mano, para tomar nota de palabras nuevas, expresiones desconocidas, etc. que hayamos pillado.
Si el tiempo que dedicamos al contacto con la lengua es al final de una jornada y nos pilla un tanto cansados o cansadas, recomendaría repetir la lectura o el visionado de la película o el trozo de la película varias veces. Seguro que cada vez nos llama la atención algo diferente, al tiempo que con la repetición nos cuesta menos entender algo que antes nos costó un poco más.
De todos modos, es conveniente elegir bien el nivel de dificultad del texto o la película. Si vemos una película en la que, por el tema, hay mucho que podemos adivinar, no es tan importante que entendamos todo, o mucho, como si el tema nos resulta lejano y lo que entendemos no nos proporciona claves suficientes para adivinar el sentido de lo que estamos viendo. Es importante que la tarea no sea demasiado frustrante.
Si nuestro nivel es bajo, quizá la opción más útil sea coger nuestros viejos libros de texto, u otros del mismo nivel de aquellos, e ir leyendo los textos. No deberían ser tan difíciles como para que no entendamos casi todo, y siempre habrá cosas nuevas que impidan que sea demasiado aburrido. Si nos gusta la publicidad, buscar anuncios publicitarios puede ser una opción, aunque debemos ser conscientes de que una sola frase puede ser dificilísima de entender: juegos de palabras, referentes culturales desconocidos, etc.
programar la próxima sesión
Si nuestro trabajo es todo menos rutinario, si cada día tiene su propia dinámica y apenas sabemos lo que haremos al día siguiente, conviene «programar» la próxima sesión y ponernos metas realistas: mínimo una sesión a la semana, o cuatro al mes, o un total de seis horas al mes, etc. Normalmente todos disponemos de una cierta autonomía en la organización de nuestra propia agenda, y nos podemos reservar tiempo para el banco, el médico, quedar con amigos, etc. Y sería una pena haber alcanzado un cierto nivel de alemán y perderlo por no dedicarle un tiempo de vez en cuando, con la suficiente regularidad como para no olvidar casi todo entre sesión y sesión.
¿Ya tienes un tiempo asignado al alemán? ¿O ya has fijado tu próxima sesión? En el segundo caso, ¿ya has pensado cuánto tiempo puedes dedicar al mes al alemán?